lunes, 6 de julio de 2020

Diario de un profesor peliculero (24): del diálogo de la criatura con el creador

En la entrada de ayer hacía referencia a las implicaciones teológicas que existen en la película y remitía a un enlace en el que Nexus 6 pide explicaciones a Tyrell. Es ésta:


Se trata de una de las secuencias que más me impresionan de la película. Muy dura, tanto por su tema como por las imágenes que muestra. Nexus 6 ha vuelto a la Tierra. Sabe que va a morir, le queda poco. Y busca al creador para que ponga remedio a su condena. Qué creyente no se ha planteado alguna vez esa duda, incluso esa rabia: no entendemos los designios del creador que nos crea para morir, que es el dueño de nuestro destino y que arranca de la vida a destiempo, siempre a destiempo, a quienes quieren vivir más, siempre queremos vivir más.

Nexus 6 es el hombre, cualquier ser humano. Nos reconocemos en él, un ser humano que se sabe mortal. A diferencia del replicante de la película, los hombres no solemos conocer cuándo vamos a morir -y saberlo es seguramente mucho más terrible que ignorarlo-. Pero Nexus sí, su tiempo se termina y, como el ser humano que ya casi es, se rebela ante la tecnología que hace las veces de naturaleza. Quiere quebrar su naturaleza, ser más, más tiempo.

Muchos seres humanos buscan respuesta y consuelo en Dios, en cada uno de los dioses que han construido e inventado. Incluso buscan cambiar el curso natural de las cosas: rezan y piden a Dios que les libre de tal o cual enfermedad, ofrecen exvotos, peregrinan, salen en procesión para solicitar o para dar las gracias a la divinidad a la que atribuyen curación. No obstante, al final, la naturaleza se impone y no hay dios que haya impedido que todo el mundo cierre definitivamente los ojos. Los papas rezan a Dios y la cristiandad reza con ellos cuando enferman, pero eso no impide que a todos les llegue su hora final. Y así cualquier fe.

Nexus 6 es un replicante. O era un replicante. Una de las tesis de la película (recordemos: es de 1982) es que la inteligencia artificial alcanzará tal grado de complejidad que las máquinas podrán desarrollar emociones, algo inconcebible y no previsto. La inteligencia, por lo tanto, se volverá creativa y en consecuencia imprevisible. Más aún cuando de lo que hablamos es del mundo sentimental. Una máquina está diseñada para hacer su trabajo de la manera más eficiente posible. Una máquina no está pensada para actuar por motivos personales (¿cómo podría?, serían entonces motivos de persona-máquina), por prejuicios, símbolos, creencias, pertenencia, deseos… Es decir, por todo ese molesto y tan humano cúmulo de elementos que no sólo mueven a la acción, sino que son precisamente los que mueven a la acción, como bien explicó Hume y como sabe cualquiera. La razón palidece en su eficacia al lado de los sentimientos.

Nexus-6 | Off-world: The Blade Runner Wiki | FandomEn el fragmento hay una analogía indudable con el discurso religioso: “Yo quiero vivir más, padre”, le dice a Tyrell/Dios. Tyrell es Dios, qué duda cabe, no sólo por su tarea de creador, por haber insuflado vida al replicante (hecho a nuestra imagen y semejanza), sino por su aspecto. En la iconografía tradicional se representa a Dios como un gran ojo: el que todo lo sabe, el que todo lo ve. Tyrell es mostrado con unas gafas enormes que evocan al ojo de Dios. Por si esto parece un poco traído por los pelos -al fin y al cabo hay gafas de todos los tamaños-, cuando la respuesta a Nexus no es la que hubiera deseado, este levanta sus gafas e introduce un dedo en cada uno de sus ojos. Pocas veces he visto una escena en el cine de semejante violencia. Y no solo por lo explícito de las imágenes, sino por lo que ello significa: hay aquí un parricidio, un deicidio y una liquidación definitiva, sin marcha atrás, del pasado dependiente.

El diálogo que mantienen inmediatamente antes del crimen es este: 
“Roy: No es nada fácil conocer a tu creador.
Dr. Tyrell: ¿Y qué puedo hacer yo por ti?
R: ¿Puede el creador reparar lo que ha hecho?
DT: ¿Te gustaría ser modificado?
R: ¿Y quedarme aquí? (…) Pensaba en algo más radical.
DT: ¿Y qué? ¿Qué es lo que te preocupa?
R: La muerte.
DT: Me temo que eso está fuera de mi jurisdicción.
R: Yo quiero vivir más, padre.
DT: La vida es así. (…) Tú fuiste formado lo más perfectamente posible.
R: Pero no para durar.
DT: La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo y tú has brillado con muchísima intensidad, Roy. Mírate. Eres el hijo pródigo. Eres todo un premio…
R: He hecho cosas malas.
DT: Y también cosas extraordinarias. Goza de tu tiempo.
R: No haré nada por lo que el dios de la biomecánica me impida la entrada en su cielo”.
Sostenía Sigmund Freud que la muerte del padre (ilustrada en su discutido complejo de Edipo) es un elemento esencial en el desarrollo de la personalidad. El padre sustancia la moral, el deber. Del padre se depende emocional y axiológicamente. Con el padre hay una lucha desde la infancia, nos limita, nos prohíbe, regula nuestras acciones e indica el camino de lo bueno y lo malo. Con el padre hay una relación de amor-odio. Por lo tanto, la muerte del padre es una liberación dolorosa. Liberación porque con él desaparece el sustrato, el suelo tiembla bajo nuestros pies y nos deja solos, libres pero indefensos.  Cuando Nexus mata a Tyrell lo hace con dolor. Con la muerte del padre muere una parte de él, la infancia, la dependencia y el sentido. Ahora es libre: dolorosamente libre, tiene que inventar. Nexus sabe que, una vez consumado, el mundo será otro y no mejor. Nexus no quiere matar sino vivir. Quiere que Tyrell viva para que él pueda seguir viviendo. Pero no es posible: cuando el padre le da la negativa, la relación se ha roto para siempre: el padre ya no es el aliado, aquél que todo lo puede, sino el que empuja al hijo al mundo y le hace consciente de su vulnerabilidad y de su muerte. Es también un acto de resentimiento hacia su única posibilidad de vivir más.

Naturalmente, el padre es también el Padre. Tyrell es Dios como cualquier padre de cualquier niño es su particular e insustituible Dios. Matar al padre es también matar a Dios, al sentido de la existencia, a las prohibiciones y a las sendas obligatorias: Freud anuncia a Nietzsche. Decía el filósofo alemán con su ateísmo sin paliativos que la muerte de Dios abrirá unas posibilidades nunca imaginadas, será el momento de la aurora, del renacer, del superhombre (übermensch, más literalmente ultrahombre, el que está más allá de lo humano). Pero, mientras ese superhombre crea los nuevos valores, llegarán los tiempos del nihilismo, ese nihilismo pasivo, de los socavones y la tierra baldía. El hombre común será consciente de que la tradición ha sido destruida, pero no será capaz de construir. Se avecinan tiempos difíciles, de tránsito, vaticinaba Nietzshe a finales del XIX…

Todo esto me recuerda mucho a una frase de Dostoievski citada siempre por Sartre (y erróneamente atribuida a él): “Si Dios no existe, todo está permitido”. Si Dios no existe, ¿cuál es el criterio moral para decidir qué está bien y qué está mal? ¿La cultura, cada ser humano? Pero, queramos o no, nuestra cultura occidental está asentada sobre unos cimientos sólidos llamados cristianismo. De manera que la muerte de Dios supone dinamitar los cimientos. Y si la base no existe, el edificio se derrumba. Creo que no fuerzo mi lectura de Nietzsche al defender que esto es lo que dijo exactamente. Sólo que aquí no termina todo: Nietzsche insistía una y otra vez en la transmutación de los valores, es decir, en la sustitución de un edificio (con sus cimientos, los del logos, los de la religión) por otro (con los suyos, los de la vida).

Nexus quiere vivir. Matar a Dios es doloroso. Tal vez necesario. Pero observemos cómo el director de la película nos muestra unos primerísimos planos en los que no sólo vemos el sufrimiento de Tyrell, sino el del asesino Nexus, que es consciente de lo que está haciendo y de las consecuencias que va a tener. No estoy hablando, claro, de consecuencias penales, sino de lo que toda esa escena simboliza: si Dios ha muerto, todo está permitido y eso produce un vértigo insoportable.

De hecho, a partir de esta escena, la película se hace más violenta. Es como si la muerte del padre/Dios hubiera liberado a Nexus de la custodia moral y a partir de entonces la violencia abre las compuertas que la contenían. Ya no hay castigo, ya no hay fundamento. Solo el silencio de Dios que ampara cualquier cosa, el silencio que duele, la dolorosa consciencia de ser libre.

Blade Runner: Lástima que ella no pueda vivir, pero, ¿quién vive ...Veremos nuevamente al final de la película un rebrotar de esa temática religiosa. Nexus, a punto de morir, evoca con su conducta la de Jesucristo: tampoco él quiere sufrir pero se sabe poseedor de ese destino. Estos últimos minutos me recuerdan fuertemente al Jesucristo que se enfrenta en el huerto de los olivos a su destino, que invoca al Padre y no quiere morir, que hará según su palabra, pero cuya doble naturaleza se expresa como en ningún lugar. Nexus, en esas últimas escenas, atraviesa sus manos con clavos que le arranquen dolor y le hagan humano, dolorosamente humano, un Jesucristo que se aferra al dolor para aferrarse a la vida. Son terribles imágenes de quien se sabe condenado y quiere vivir. Finalmente, como vimos en la entrada anterior, su muerte no es en vano, se entrega a la vida salvando otra vida, la de aquel que iba a matarlo o al que iba a matar: Deckard, el policía al que solo queda ver morir al replicante mientras este se hace esas grandísimas preguntas con las que la religión y la filosofía han obsesionado desde siempre al ser humano: “Todo lo que él quería son las mismas respuestas que todos buscamos: ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Cuánto tiempo me queda?”.

Ya vimos en una entrada anterior algunas películas de Unamuno. Hay ecos unamunianos en estas secuencias, no sé si conocidos por el director, probablemente no. Pero en España es imposible no asociar estas imágenes a esa voluntad de fe y de vida que tuvo el pensador bilbaíno. Tampoco puedo dejar de lado una película que gozó de mucho éxito en su momento y que en España tuvo una excelente versión teatral: Jesucristo Superstar (Norman Jewison, 1973). Allí tiene lugar esta doliente canción que expresa ese desgarramiento. En España, la versión teatral protagonizada por el recientemente fallecido Camilo Sesto también consiguió altas cotas de dramatismo. Es el viejo problema del ser humano ante la muerte, de la necesidad de responder a las preguntas, de la ¿invención? de Dios.


Fragmento de la película Jesucristo Superstar (“Gethsemane”):

Versión española de “Getsemaní” interpretada por Camilo Sesto:



Procedencia de las imágenes:
https://www.elmundo.es/f5/2016/01/08/568fbdb1e2704e137c8b4643.html
https://bladerunner.fandom.com/wiki/Nexus-6
https://www.culturamas.es/2013/09/21/blade-runner-lastima-que-ella-no-pueda-vivir-pero-quien-vive-2/

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