miércoles, 30 de junio de 2021

Fin de curso

Es curioso, mi última entrada fue sobre Hannah Arendt y esta mañana he comenzado a leer una novela gráfica sobre esa filósofa que, desde luego, recomiendo. Soy muy pesado con lo de leer, ya lo sé: al fin y al cabo un profesor transmite lo que ha leído, casi siempre sus pasiones. Y eso que yo me muerdo la lengua con muchas de ellas porque comprendo que no todo puede compartirse y que está la programación y el temario oficial... Con esto quiero decir, pediros, hoy que es el último día del curso 2020/21, que encontréis momentos para leer este verano. No arruguéis el ceño, que no hablo de deberes, sino de placeres.

Hay un tipo de libros que todos debemos leer, los que forman parte de nuestra formación, eso es ineludible, tanto si nos gusta como si no. Luego están los que leemos por placer, de esos hablo ahora. Naturalmente, también hay un grupo intermedio; con estos hay que atreverse a empezar, una página, dos... Requieren algo más de esfuerzo, pero vale la pena.

El verano es largo. El curso también lo ha sido, o se nos ha hecho muy largo a todos. Y a mí nunca me ha resultado tan difícil dar clase, con la mascarilla, sin expresión, en algunas aulas con micrófono. He de daros las gracias.

Espero veros de nuevo en septiembre. Y en buen estado, que queda mucho por aprender, mucho por leer, mucho que entender. Y eso cuesta esfuerzo. También están los libros, claro, los buenos. Y esas películas que os recomiendo siempre y que tan difícil es encontrar en otra cadena que no sea La 2. Por supuesto, viajar con los ojos abiertos, ahora con muchísima prudencia, o cuando se pueda.

No me enrollo más: gracias y hasta pronto.



Procedencia de la imagen:

https://www.casadellibro.com/libros/comics/novela-grafica/americana/411009001/novedades-2mes-3


jueves, 24 de junio de 2021

Hannah Arendt: la banalidad del mal y la necesidad de pensar

Este fragmento es de la película Hannah Arendt. Es fiel a su pensamiento, ahí aparecen gran parte de sus temas: la banalidad del mal, la diferencia entre entender y justificar, la necesidad de pensar, incluso contra los nuestros.

Al final pongo unos enlaces con entrevistas a esa filósofa.


 








miércoles, 23 de junio de 2021

Diario de un profesor peliculero (63): de la realidad como utopía y como distopía

¿Cambiar la realidad o solo maquillarla?

No hace tanto que el cine tenía una función social. Desde luego, el cine soviético posterior a la Revolución de Octubre, allá por 1917, se valió del instrumento para no solo ilustrar, sino sobre todo adoctrinar, que es un modo de manipular con apariencia de ilustrar. Pese a estos propósitos de propaganda, aquellos cineastas engendraron excelentes obras. No es necesario profundizar en ello, basta con ver El acorazado Potemkin.

También el nazismo utilizó el cine, aunque Hitler, en Mi lucha, advertía contra él y decía que no es una actividad adecuada para la juventud sana. Vaya por Dios, ahora veo que soy insano y por lo tanto que si la salud es estar contra el totalitarismo, entonces entiendo mi afición por el cine y que no voy a ser nunca una persona sanitariamente presentable…

A Fritz Lang le ofrecieron ser el director del régimen nazi, rodar películas que lo ensalzaran. Dijo tiempo después que, cuando Hitler te ofrece algo así, solo tienes dos opciones: aceptarlo o huir. Hizo lo segundo y desarrolló el resto de su carrera en Hollywood. Menos mal. En Alemania se quedó la joven Leni Riefenstahl, a la que debemos unos productos ideológicamente repugnantes y estéticamente impecables. Cuesta deslindar ambos, pero es preciso hacerlo.

Estos son productos inequívocos, desde luego. Su propósito es ideológico sin ambages ni disimulo. En España también tuvimos nuestro cine patriótico, quién no conoce Los últimos de Filipinas (Antonio Román, 1945) o, aún más paradigmática, Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1941), a partir de un texto del propio Francisco Franco.

Luego están los productos disimulados, por decirlo de algún modo, que predican un estilo de vida, un modo de entender la existencia y la organización de la sociedad, pero que está rodado de un modo aparentemente amable, demasiado amable. Estoy pensando en toda esa serie de presuntas comedias que atontan con su banalidad supuestamente divertida, pero que pulen al modo de un canto rodado el modo de entender las cosas ofreciendo un producto aparentemente si aristas. Veo a menudo comedias que me aburren desde el minuto uno y que no resisten la comparación con otras que apelan a la inteligencia en lugar de a la sal gorda.

Por favor, que nadie piense que estoy defendiendo una posición elitista del cine. O no exageradamente elitista. Quiero decir que hay películas (y libros) que se agotan en su primera visión/lectura, son agradables, puro entretenimiento, pasas el rato sin poner en funcionamiento demasiadas neuronas… Correcto, ya está. Son como esos pañuelos de usar y tirar, cumplen su función. Inobjetable pretensión esa del entretenimiento; lo malo es cuando el cine solo es entrenamiento y todas las salas de la ciudad se nutren de esos productos.

Luego, en el otro extremo, están las películas pretenciosas, esas que precisan de un doctorado en metafísica (o en física) antes de poder entender algo de lo que pasa allí dentro. Confieso que muchas de ellas me producen las mismas ganas de bostezar que esas otras de comedia epidérmica. Por distintos motivos, claro, tampoco es que yo desee ir al cine como el que va al último curso de la universidad. Y, como suelo decir a amigos, no encuentro otro motivo que el puramente subjetivo: no son para mí, no entro en ellas, no me llegan.

Como soy carne de cine-club desde hace muchos años, he visto muchas de estas últimas y alguna menos del primer grupo. Y ahora, que ya soy mayorcito, me he hecho aristotélico y lo del punto medio como virtud me acerca cada vez más a ese equilibrio cinematográfico. Insisto, sin desprecio, todas tienen su público.

Estoy pensando mientras escribo esto en el cine de Woody Allen. Hablo algunas veces de él a mis alumnos y me doy cuenta de lo lejos que están ellos. Algunos por cuestiones generacionales y otros por algo más prosaico: no tienen edad ni conocimientos como para entender algunas bromas o juegos de palabras, como esta, en la que las alusiones al judaísmo y a Wagner no constituyen un humor que agrade o entienda todo el mundo:

https://www.youtube.com/watch?v=AI8sBTvs1zY

Ese mismo humor punzante, finísimo, a veces cáustico, aparece en muchas de sus obras. En ellas, la cuestión religiosa, el psicoanálisis y el sexo se dan la mano para construir un entramado de análisis de la condición humana: eros y thanatos, deseo de que exista Dios, un dios, deseo sin más. Allen indaga en sus comedias el desasosiego y la incertidumbre con que el ser humano se enfrenta a una existencia absurda. Desde luego, su cine tiene un tono existencialista, pero nada que ver con la pesadez de otros cineastas o escritores en los que un minuto con ellos equivale a una eternidad de pesimismo. No es una cuestión de tema, sino de tratamiento: los temas son siempre los mismos: el amor, la vida, la muerte, la belleza, el bien…

Lo que no acabo de perdonarle a este director es la deriva turístico-alimenticia que tiene su cine en los últimos años. Creo que su última gran película es Match Point (2005), en la que el azar y la necesidad, viejo tema de la filosofía y de la ciencia en su búsqueda de la verdad, combaten hasta que el azar vence; al menos vence hoy, ahora, en este instante en el que pudo suceder otra cosa que no pasó: las posibilidades, la alternativa, existían, pero ocurrió lo que ocurrió, como en la vida, y es preciso seguir adelante en el camino que el azar (¿el destino?) no ofrece. “No somos dueños de elegir lo que nos pasa (…), sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo” (1), como decía Savater a su hijo y a cualquier humano que quiera leer. El voluntarismo, la libertad de la voluntad -Kant dixit- tienen lugar en un sustrato vital que no contiene todas las posibilidades, pero que sin duda ofrece algunas posibilidades.

Desde esa película, su cine no ha remontado el vuelo.  O bien -intentaré no ser arrogante- no ha entrado en los temas que a mí me interesan. En Irrational man (2015) vuelve al tema del azar y del dualismo antropológico y moral que anida en cada persona, pero la película está plagada de lugares comunes respecto a la filosofía y la seducción.

Peores y turísticas me parecen esas tres que hizo en Europa: Vicky Cristina Barcelona (2008), Midnight in Paris (2011) y A Roma con amor (2012). Todas ellas son ligerísimas y muestran una visión más que tópica de los países europeos que hace sonrojar casi a cualquiera. Desde luego, palidecen al lado de tantas otras. Y mejor pasamos por alto las agradables y poco más que rodó después, como Café Society (2016), Wonder Wheel (2017) o Un día de lluvia en Nueva York (2019).

¿Son películas gratas? Desde luego. ¿Abordan esos mismos problemas de los que hablábamos antes? Claro que sí, pero el tono no es el mismo, ni el tratamiento. Una sugerencia: tras ver estas últimas, se puede pasar a Maridos y mujeres (1992), Hannah y sus hermanas (1986), Balas sobre Broadway (1994), Annie Hall (1977) o Manhattan (1979). No es lo mismo. Estas últimas me parecen un ejemplo de películas chispeantes y hondas, lo que en absoluto es fácil en menos de dos horas, como hace -hacía- Woody Allen.

¿Y qué decir de Zelig (1983)? Todo un tratado de psicología. ¿Y de la platónica La rosa púrpura de El Cairo (1985)? Nadie ha ilustrado tan bien el símil de la caverna como Woody Allen y ha enhebrado la historia con el tan actual y real tema del maltrato y la necesidad de liberación. Porque de la libertad también trata la metáfora platónica: el prisionero vive en la ignorancia y el sometimiento, es decir, en la indigencia epistemológica, ontológica y social. Hacer real la entelequia es el salto de la pantalla, es la salida de la caverna: una larga, escarpada y dolorosa ascensión, qué duda cabe.


Fernando Savater: Ética para Amador, ed. Ariel, Madrid, 2000, pág. 28.



Procedencia de las imágenes:

http://onlyoldmovies.blogspot.com/2018/03/olympia-1-teil-fest-der-volker-aka.html

https://www.laverdad.es/murcia/v/20100216/cultura/todo-usted-querria-saber-20100216.html

https://lamanodelextranjero.com/2014/03/10/woody-allen-y-la-nostalgia-la-rosa-purpura-del-cairo-y-dias-de-radio/