jueves, 27 de agosto de 2020

Diario de un profesor peliculero (53): del mito de la caverna en algunas películas


Biografía de Tales de Mileto - [FÁCIL para ESTUDIAR]El tema no es otro que apariencia y realidad, un clásico de la filosofía. Es más, uno de los primeros temas de la filosofía. Se suele decir que esta empieza en Occidente con Tales de Mileto, que se planteó cuál es el arjé (principio material) del que todo procede, del que todo está hecho. Dijo que era el agua. Hoy leemos eso o lo escuchamos en boca del profe de filosofía de turno y nos hace sonreír, pero, como os digo, Tales es el pensador con el que la filosofía se pone a gatear, no a andar ni mucho menos a correr, pero sí a gatear. Se equivocó, claro, pero se equivocó en la dirección correcta. Intentaré explicar esto: los griegos tenían a su disposición, como toda cultura, una serie de narraciones -muy bellas y sugerentes, por cierto- que daban explicaciones míticas y sobrenaturales al mundo, el ser humano y la sociedad. Las encontramos aún disponibles en la Odisea y la Ilíada. Pero Tales debió fruncir el ceño sin dejarse seducir del todo por esas maravillosas historias y pensó que tal vez hubiera algo más, incluso algo en lugar de eso. Por ello, propuso que todo viene del agua, que todo es agua, incluso el alma y los dioses: todo es agua. Dicho así produce alguna risilla en clase… Hasta que alguien recuerda que nuestro cuerpo está formado de agua entre un 50 y un 70%, según edades y otras variables. Y, si pensamos en el planeta Tierra, más de un 70% es agua. Lo de los dioses y el alma es algo más difícil de cuantificar…

Pero esto no va de filosofía presocrática, sino de apariencia y realidad. Tales de Mileto está sugiriendo que la realidad que vemos (la que se aparece, la que parece) no es la genuina, es decir, hay algo que no se ve, pero que está, una realidad de rango mayor que se complace en ocultarse y cuyas claves hemos de desentrañar. Estamos ante los primeros balbuceos del logos, de la razón, la ciencia, como se le quiera llamar. Puede que no sea tan seductora como el mito, pero a cambio nos ha conducido por una senda a donde estamos ahora, eso que llamamos cultura occidental. Por eso decía que hay que perdonar sus devaneos con el alma y los dioses y quedarnos con lo que importa: la razón, la búsqueda de explicaciones, el énfasis en indagar la realidad; no la realidad que se ve, la aparente, sino la auténtica, que no siempre se ve o que es invisible a los ojos pero no a la razón. Se equivocó en la dirección correcta, desde luego.

Es curioso que tantos estudiantes que ponéis caras raras cuando llegamos a esto os habéis leído El principito, que dice algo muy parecido: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Pues anda que no tiene siglos de antigüedad la frasecita… La podría haber firmado Platón y también Tales: todo lo que vemos tiene detrás un principio material, su esencia, que no vemos pero que está ahí, que es. Lo llamamos a veces esencia, otras idea, concepto, sustancia, etc. Y, repito, no debe confundirse con lo material: realismo y materialismo no son sinónimos.

Así que quedamos en eso: Tales de Mileto y los que siguieron desconfiaron bastante de que lo que vemos sea la realidad genuina. Y así, tras una serie de nombres más o menos ilustres (Anaximandro, Anaxímenes, Leucipo, Demócrito, Empédocles, Anaxágoras, Pitágoras, Sócrates, los Sofistas…) llegamos a Platón. El boss. Este, como vimos en entradas anteriores, describió al comienzo del libro VII de La República el mito de la caverna y allí ilustra perfectamente esa diferencia de la que hablamos: no es lo mismo apariencia (dentro de la caverna) que realidad (fuera de la caverna), por lo que el “conocimiento” (no es conocimiento en rigor) de dentro se llama opinión y el conocimiento de fuera se llama certeza o ciencia. (Por cierto, qué paradoja: Platón ilustra con narraciones que llamamos a menudo “mito” varios de los temas nucleares de una disciplina, la filosofía, que pretendía superar el mito).
EL CONFORMISTA (Il conformista) (Ciclo ¡Alerta, Fascismo!) | Área de  cultura y patrimonio 
Y volvemos al cine: ocurre algo similar. Platón está claramente representado y aludido en muchísimas películas. En la entrada anterior hablábamos de El Show de Truman y de Matrix, pero también en otras como la española Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997), El conformista (Bernardo Bertolucci, 1970), Desafío Total (Paul Verhoeven, 1990) y, la que es mi preferida: La rosa púrpura de El Cairo (Woody Allen, 1985). Hay muchas más, desde luego, al final incluyo enlaces al respecto.

Vemos ahora algunos enlaces a las películas citadas. En primer lugar, una célebre secuencia de El conformista:


En ella se describe casi con palabras literales la narración platónica. Inmediatamente después, el director nos da la información precisa para que sepamos que está haciendo una interpretación política de la alegoría, no sé si muy del agrado de Platón. Pero, en cualquier caso, si algo es clásico es porque nos sigue interpelando al cabo de los siglos, porque puede seguir siendo fuente de interpretaciones. El estudiante que en la película va a ver al profesor escenifica perfectamente la alegoría platónica y nos informa de que el profesor se fue de Roma coincidiendo con el acceso del fascismo al poder en los años veinte del pasado siglo. El fascismo es el que vive en las sombras, el que no quiere ver la luz. Y el profesor, como Sócrates, corre peligro. Los fascistas son los engañadores que ofrecen oscuridad al pueblo que, incapaz de enfrentarse a la verdad, se conforma con sombras y ecos que apelan más a las emociones que a la razón. Mientras, los que engañan a la gente aprovechan en su propio beneficio político la situación y la manipulación de mucha gente ciega.

En Abre los ojos tenemos muchas secuencias posibles. Aunque no es una de las mejores películas de su autor, hay en ella multitud de elementos hitchcockianos que juegan con la apariencia y la realidad, de tal modo que nunca sabemos si vemos lo que es, lo que pudo ser, lo que sueñan, lo que imaginan o algún tipo de realidad cuya entidad no sabemos precisar. Hasta que, al final de la película (spoiler), cuando ya están a punto de desfilar los títulos de crédito, una voz susurrada nos dice: “Tranquilo, tranquilo, abre los ojos”:


 Termina la película y no sabemos si esa voz femenina está dirigiéndose a quien ha sufrido la caída y tal vez esté en un hospital, o acaso ha muerto, o quizá ha despertado de su sueño. O nos está advirtiendo del engaño de toda película, del juego de muñecas rusas que nos ha ofrecido a lo largo de su metraje o simplemente que en unos segundos estaremos en una realidad más real, fuera del cine, con su lluvia, sus platos por fregar y nuestra pareja que tampoco ha entendido nada.

Vamos con The Matrix. Son innumerables las secuencias posibles de esta película que muchos toman por una más de la serie de películas distópicas de ciencia-ficción. Pero es mucho más. Veamos esta y extraigamos algunas frases que se dicen allí, en el encuentro entre Morfeo y Neo:


Neo apenas pronuncia palabra, pero Morfeo sí. Le dice esto: “Estás porque sabes algo, aunque lo que sabes no lo puedes explicar”. No es tan conocido este aspecto de la filosofía de Platón, pero el autor griego consideraba que el conocimiento no es otra cosa más que recuerdo, evocación. El alma es eterna en el tiempo, tanto hacia atrás como hacia adelante (el cristianismo eliminará lo primero), por lo que antes del nacimiento ha estado en presencia de la verdad, su lugar natural es el mundo de las ideas y el alma poseía conocimiento de esas ideas. Pero al caer a un cuerpo queda encerrado en él, el cuerpo es la cárcel del alma y lo que ha de hacer esta es recordar lo que ya sabía pero ha olvidado. ¿Olvidado? No del todo. Platón llama a esto anamnesis, es decir, no hay un olvido total, será necesario un proceso de reminiscencia o recuerdo para que el alma se libere del cuerpo y pueda recordar lo que ya sabía. Platón desarrolla esto muy especialmente en el Menón y lo ilustra en el Fedro con el mito del carro alado (al final el enlace), otra vez una narración alegórica. A Neo le pasa eso, es capaz de recordar y por eso es el elegido: puede ir más allá de su cuerpo y prescindir de sus ataduras, tiene esa capacidad de trascender lo material para recordar lo que ya sabía. Por eso, como vemos al final, elige la pastilla roja, la que no se conforma.

Morfeo insiste: “¿Te gustaría realmente saber lo que es?”. Fijémonos en tres palabras o expresiones muy importantes: “realmente”, “saber” y “lo que es”. Realidad es una de las palabras más complejas que existen, en filosofía y en cualquier otro campo del conocimiento. El común de la gente suele identificar realidad con materialidad, una especie de tosco materialismo: solo me creo lo que puedo ver y tocar. Pero el pensamiento también es real y, aunque tiene una base material, no es exactamente material, sino que es un conjunto de elementos no materiales que han emergido de un sustrato material, el cerebro, ese núcleo productor que tan poco se conoce aún. Creemos por la tradición que el corazón es el depositario y fuente de las emociones, pero no: el responsable es el cerebro. Tal vez al cantar el himno nacional o declarar amor eterno debiéramos poner la mano en la cabeza en lugar de en el pecho, sería más adecuado. Platón, desde luego, nada sabía de esto. Es más, era un idealista radical: las ideas preexisten al margen de lo material, de modo que esto que hemos dicho en las líneas anteriores es muy posterior a él. No obstante, sigue siendo válida la distinción: lo real no siempre es lo que vemos. Un creyente nos dirá que Dios es real, pero parece hasta blasfemo sugerir su materialidad: algunas religiones prohíben pronunciar su nombre, otras su representación material, etc. ¿Son materiales la justicia, la amistad, la dignidad…? ¿Es material el mundo al que nos transporta la poesía o la ficción narrativa?

Píldora Azul o Píldora Roja? Vivir en la Ignorancia o Crear Tu Propia  Realidad“Saber”. Si llamamos conocimiento a la contemplación a través de los sentidos, el saber se restringe. Ese empirismo ingenuo y limitado ni siquiera es sugerido por los filósofos que apuntaron a lo material como fuente de conocimiento. Estos decían que el conocimiento empieza con lo material, no que sea lo material. Aristóteles, Hume… Ninguno se ciñó a esa miopía de los sentidos; los miopes sabemos que ese mundo borroso no es lo real, por lo que, para saber cómo es, corregimos nuestra mirada con las gafas adecuadas. Los científicos van más allá: del microscopio al catalejo y después al telescopio, que superan las limitadas capacidades de nuestros sentidos. Añaden a eso modelos matemáticos, que permiten hacer predicciones más que ajustadas. No obstante, pocos científicos (salvo, tal vez, precisamente los matemáticos) dirán que poseen todo el saber, sino todo el saber que hasta hoy es posible, con el estado actual de la ciencia y los instrumentos que poseemos. Lo importante aquí es atreverse a saber, ese Sapere aude! al que invitaba Kant. Cualquier científico se percata pronto de que tras muchos años de estudio su competencia en algún campo es muy pequeña y a costa de grandísimos esfuerzos. Por eso, creo, las pseudociencias tienen tanto predicamento: prometen mucho con muy escasa inversión de esfuerzo. Por cierto, cuando he buscado en Internet la escena aparecen tras ella o en los comentarios grupos de personas que son indudablemente sectarios y pseudocientíficos; me temo que no es una interpretación muy correcta y que ni en la película ni en la obra de Platón hay tal cosa. Pero ya se sabe que cualquiera arrima el ascua a su sardina a conveniencia y que apoyarse en Platón, en Kant o en Einstein siempre da una pátina de lustre incluso a las tonterías más oceánicas.

“Lo que es” es aún más difícil de explicar que “realidad”. El verbo ser es predicación, atribución. Decir de algo que es significa otorgarle entidad. Solo podemos hablar de lo que es, pero al hablar de ello lo hacemos real de algún modo, del modo que sea: creído, deseado, imaginado. Decimos de Dios que es (es la luz, es omnipotente, es bueno, es eterno…). Decimos de los átomos que son, como también es el ordenador con el que escribo, el café que he tomado y el cuerpo que poseo, que inevitablemente tiene fecha de caducidad, o sea, es durante un tiempo y luego ya no será. O será otra cosa. Y quiero creer que seguiré siendo recuerdo y presencia evocada en las personas que ahora dicen quererme. Un ser en el no-ser, ciertamente paradójico.

De todo eso decimos que es. Por lo tanto, también habrá algo que no sea. Lo malo es que, cuando algo no es deja de ser o tal vez aún no es. Y lo peor es que en cuanto utilizamos el lenguaje o el pensamiento ya es de algún modo. Por eso, decir que “la nada es” no deja de ser un oxímoron, una especie de contradicción lingüística que nos permite el lenguaje pero que constituye un laberinto sin salida. Lo que promete Morfeo a Neo no es una trampa del lenguaje, sino algo más, dejar atrás la pura materialidad epidérmica: le propone acceder al ser y dejar el mundo del sueño metafórico (evocación de Parménides y su vía de los dormidos que eligen el no-ser, el aún no-ser) para acceder a lo que es. Nada menos.

Le propone un nuevo mundo: “Es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad”. Y, obviamente, Neo hace la pregunta: “¿Qué verdad?”. Respuesta obvia: “Que eres un esclavo, Neo. Igual que los demás, naciste en cautiverio, naciste en una prisión que no puedes ni saborear ni oler ni tocar. Una prisión para tu mente”. Si alguien aún no tenía claro que se está hablando del mito de la caverna de Platón, bastaría con esto: Neo es un prisionero atado de pies y manos (“eres un esclavo”) y mirando al fondo de la caverna desde que nació (“naciste en cautiverio”). Morfeo es aquí esa presencia (¿Sócrates?) que ofrece al prisionero ayuda para iniciar la salida. Esta vez desatar las ataduras y conducir a la salida tiene la forma de una pastilla roja y, a diferencia de lo que dice Platón en La República, da a elegir: Neo puede optar entre seguir en su sueño confortable o despertar a la verdadera realidad, a lo que es. Y esta decisión es irreversible, como le advierte Morfeo: “Esta es tu última oportunidad. Después no podrás echarte atrás. Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creerte. Si tomas la roja, te quedarás en el país de las maravillas y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos. Recuerda: lo único que te ofrezco es la verdad, nada más”.

Nos quedamos sin aliento ante esa propuesta: lo único que ofrece Morfeo es la verdad, el ser. Y, para colmo, no tiene vuelta atrás ni devolución del producto. Eso es lo malo de la filosofía, del pensamiento, y de aficionarse a la verdad. Después ninguno de sus sucedáneos es suficiente. Como a Neo, nos toca elegir.



Artículo sobre El conformista:

Sobre The Matrix:

Sobre las implicaciones religiosas en The Matrix:

Películas relacionadas con el mito de la caverna:

Mito del carro alado del Fedro:




Procedencia de las imágenes:
https://biografiadee.com/biografia-de-tales-de-mileto/
https://cultura.unizar.es/actividades/el-conformista-il-conformista-ciclo-alerta-fascismo
https://www.ecartelera.com/noticias/como-matrix-revoluciono-industria-veinte-anos-despues-53127/

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