viernes, 1 de julio de 2022

Despedida



En un colegio privado, de cuyo nombre no quiero acordarme, entró hace ya 35 años un joven tan inexperto como ilusionado. Era el nuevo profesor de filosofía, este que ahora se despide de vosotros.

35 cursos completos, completísimos. Apenas he faltado siete u ocho días, dos bajas que me inmovilizaron por un esguince y una lumbalgia. La vida me ha obsequiado con buena salud. Ojalá por muchos años.

En ese tiempo he conocido todas las leyes educativas de la democracia. Empecé con la LODE, que fue sustituida por la LOGSE, LOPEG, LOCE, LOE, LOMCE y LOMLOE. 35 cursos y 7 leyes; como la última apenas voy a disfrutarla, son 6, o sea, casi una ley cada 6 años. Insoportable.

Porque este es uno de los grandes problemas de la educación en España, que no hay modo de que los padres de la patria se pongan de acuerdo en una ley que sea aceptable y aceptada. Cada vez que hay un cambio de gobierno, comienzan a reescribirse las nuevas normativas. Y así no hay manera. Me temo que, si en poco tiempo hay un cambio de ejecutivo, suceda lo mismo de nuevo y la LOMLOE fallezca sin haber sido del todo desarrollada. Ya sucedió con la “Ley Del Castillo”: el gobierno entrante la fulminó en sus primeros días al frente del país.

Nunca vamos a estar todos de acuerdo. Desde luego, los de Filosofía no. Nuestras asignaturas son un sobresalto continuo. Si se observa bien, solo permanece en todo este tiempo la Filosofía de 1º de Bachillerato, si bien con una disminución horaria de 1 hora desde el comienzo y 2 en alguna comunidad con lengua propia. Pero por nuestro departamento han desfilado estas: Ética, Alternativa a la Religión, Educación para la Convivencia, Historia de las Religiones, Educación para la Ciudadanía, Filosofía 4º, Sociología, Antropología, Teoría del Conocimiento, Aprender a Pensar, Filosofía, Filosofía y Ciudadanía, Psicología, Historia de la Filosofía… Muchas de ellas desaparecieron como lágrimas en la lluvia.

Algunas tienen una hora a la semana. Una. Eso hace que nuestro alumnado se multiplique y lo normal sea superar los 200 estudiantes año tras año. Hablamos de un departamento en el que se corrige mucho. Hay profesores que tienen a su cargo los mismos alumnos que yo en una sola clase. A veces he preguntado cuántos alumnos es decente que se le encomienden a un solo profesor. Respuesta: es lo que hay, chaval, argumento lentejas.

Así que estoy cansado, muy cansado. No de la profesión, sino de las condiciones de trabajo. Desde los recortes en educación (recortes, no ajustes como perversamente se dice, como si fuéramos idiotas) no he levantado cabeza. Mi salud física y mental se han resentido. El curso pasado toqué fondo, pero mi médica consideró que podía seguir trabajando. De manera que ahí seguí, con el sentido kantiano del deber y las admoniciones de mi madre desde el más allá. Ha llegado la hora de descansar.

Por cierto, mi madre. Soy hijo de maestra y padre de alguien que pronto será profesor. El último día de clase, cuando ya habían desaparecido todos los estudiantes me quedé parado en el patio y pensé que si viviera mi madre la llamaría y le diría que he hecho lo que he podido, con dignidad y sin aspavientos. Sí, mamá, lo que tantas veces me dijiste: que nadie te ponga la cara colorada, sé puntual, prepara bien tus clases, hazlo lo mejor que sepas. Eso he hecho.

No me lo han puesto fácil. Cuando conseguí escapar de aquel colegio privado aterricé en Teruel: un curso allí y luego otro en Illescas. Era interino: 16 horas de clase y apenas nada de burocracia. Nada. Luego aprobé las oposiciones en Valencia y pasé por el IES Benlliure, Cheste, Campanar y 36. Muy poca burocracia aún, pero ya la cosa empeoraba y empezamos con 2 horas más y asignaturas con menor dotación horaria, es decir, más alumnos. Luego vine a Guadalajara, donde he estado los últimos 18 cursos, 15 en el Luis de Lucena y 3 en el Castilla. Y descubrieron algunos lumbreras que a los profesores había que entretenerlos rellenando papeles para que todo funcionara mejor (dicen ellos). Pedimos más recursos y la respuesta es más papeles. Claro: el papel lo aguanta todo, lástima que la realidad suela ser de otra manera. Desde hace unos cuantos años hay que hacer papeles y levantar acta para todo, pero cuando pedimos más medios nos dan a entender que los recursos somos nosotros, que hay que trabajar más por menos. Es el mercado, amigos, como dijo aquel.

La llegada al poder de ciertos personajes significó el incremento de 2 horas lectivas y luego 3, la disminución de horas para tareas burocráticas al Jefe de Departamento, el aumento de la ratio y la eliminación de otros derechos como eran el mal llamado año sabático o la disminución de la carga lectiva a los mayores de 55 años. O sea, yo. Llego a todos los recortes y a ninguna ventaja. Es lo que tiene ser un boomer…

En estos años he tenido alumnos maravillosos, promociones extraordinarias. Me enorgullece haber colaborado mínimamente a su formación. Gracias por estudiar aquí, en el Luis de Lucena y en la enseñanza pública. Gracias también a sus padres.

He tenido tantos compañeros magníficos que sería imposible citarlos a todos. Han sido cientos. Permitidme que nombre (en representación) a unos pocos.

En Teruel conocí y compartí piso con Dani, uno de esos profesores serios, a los que importa su materia y que cumple año tras año con su obligación. De los que ennoblecen la profesión. Gracias, amigo.

Estoy pensando en la jefa de estudios del IES Campanar (Valencia). En homenaje a ella, María Eugenia, diré que he tenido Jefes estupendos, casi siempre jefas. Especialmente difícil es el cargo de Jefe de Estudios de la ESO, ¿verdad, Charo? Pues bien, gracias a vosotros, Charo, Eduardo, Yolanda, Carmen, Rosa, Quique…  Muy especiales gracias a Blanca, qué pocas personas he conocido con esa competencia profesional, con ese conocimiento, con esa firmeza y al mismo tiempo con esa calidez humana. Este instituto le debe mucho.

Normalmente, pisan aula, pasillos, saben de los problemas de disciplina y, al final, son el jefe de personal de todo el mundo. Casi todos tienen los pies en el suelo. Algún equipo directivo he conocido, todo hay que decirlo, que no era el equipo del instituto, sino el equipo de la administración en el instituto. Sus miembros suelen estar enamorados de las leyes, sufren el síndrome de Estocolmo y no pocas veces utilizan el cargo como trampolín.

De mis muchísimos compañeros podría escribir cientos de folios, casi todos elogiosos. Hace unos días, al salir de clase, estuve hablando con Amelia, creo que es la persona con la que más clases y evaluaciones he compartido. Si pudiera elegir a los miembros del claustro, sería la primera. No la única, que nadie se enfade.

Qué decir de Raimundo. Allá donde quiera que estés, aprendí mucho de tu serenidad, de ese maestro que nunca decía que no a las clases más difíciles y a los alumnos más conflictivos. Paciencia infinita y brillante desempeño. Te fuiste para siempre, maestro.

Los de filosofía somos gente rara. Se nos perdonan muchas cosas porque somos de filosofía… Pues yo he tenido mucha suerte. He tenido compañeros hierbas, espirituales, altivos y metafísicos hasta la histeria, pero entre todos ellos está mi compañera del alma y amiga, Palmira, que me ha visto en lo mejor y en lo peor, con la que he reído y también llorado. Gracias infinitas. Aprovecho para decir que alguna vez hemos colado en la PDA y en la Memoria párrafos ininteligibles a mayor gloria de la insustancialidad burocrática en la documentación oficial. A los de filosofía no se nos engaña fácilmente con la neolengua, hemos leído a Hegel…

También debo mencionar a Juan, en Campanar, que dio cuatro horas de Latín para que yo me quedara: generoso, excelente persona y el profesor más sabio que he conocido. Seguro que ahora dirían que no es un profesor moderno, porque esta es la única profesión en la que el calificativo “magistral” no es un orgullo, sino un demérito. Ahora dejo el Departamento en manos de David. Imposible encontrar a alguien mejor. Me preocupaba el futuro del Departamento, siempre en el alambre. Pero no tengo dudas: me alegro de que sea él quien se queda al cargo.

Con los Departamentos de Orientación no siempre he tenido buena sintonía, aunque ha habido de todo, lo normal. En 35 años he convivido con muchos de ellos, aunque hasta los años 90 no se normalizó su presencia en los institutos. Recuerdo con especial cariño a tres de ellos, de esos que tienen los pies en el suelo. También los hubo que vivían de espaldas al aula, nos reñían y nos decían eso de “tenéis que hacer” para que la realidad coincida con sus celestiales teorías. Pero en el Luis de Lucena está José Luis. He tenido la suerte de trabajar a tu lado estos últimos años. Este centro es afortunado contigo al frente. Así que gracias por tu ayuda, tu saber hacer y tus palabras siempre equilibradas. Incluye en el equipo a Noelia, que ha soportado la desazón de este torpe tutor y siempre ha tenido tiempo para mí. Gracias a los dos.

Suelo decir que hay dos cosas que me gustan mucho de ser profesor. Una es la clase, el aula. Es decir, la acción directa, el contacto con los estudiantes. Me hubiera gustado tener menos, ya he dicho que me resulta imposible atender bien a todos, son demasiados. En las películas y las series, el profesor suele tener una clase con unos quince. Bendita ficción, la realidad es más áspera. Los institutos están saturados, no hay espacio suficiente. Las ratios son demenciales. Quien dice que la ratio no es importante o bien es un malvado contable o bien la tiene pequeña. La ratio, claro. Pedimos recursos y se hacen los suecos.

La otra cosa que me gusta mucho es la heterogeneidad del claustro. No solo en ideas, sino en procedencias, en conocimientos, en historias personales, en métodos de trabajo. Miro a mi alrededor y hay muchos compañeros que saben mucho de muchas disciplinas. En ningún otro oficio se da esto. No estoy hablando solo de quienes tienen plaza de funcionario de carrera, sino de los que están un curso, de esos interinos que merecen una plaza fija y toda nuestra gratitud. Así que gracias a todos por lo que he aprendido de vosotros. Leí hace poco que tienes suerte si te encuentras con alguien que sabe más que tú, que ha leído, visto y viajado más, que ha pensado mejor, porque de ese modo podrás cambiar de opinión. Pues yo he hallado muchos de esos.

Como dije el día de la comida, me resulta difícil encontrar a alguien por encima del equipo directivo a quien dar gracias. Temo que ahí está la trinchera, entre los que sabemos de educación y los contables, los que priorizan los ajustes económicos, pero no escuchan a los que somos expertos en esto, es decir, los docentes. Por eso me hace (maldita la) gracia cuando nos dicen que un centro debe tener autonomía, pero sin dotarlo de financiación suficiente; o sea, la autonomía heterónoma. Gran maravilla. Temo que es algo general en este país y necesitamos reivindicar y practicar la escucha activa del otro. En este caso, insisto, de nosotros, los expertos. En otros, serán los sanitarios, los deportistas o quienes sepan de verdad de qué va la profesión.

No me creo cuando me dicen que no hay dinero. Lo que sucede es que el dinero se emplea en unas cosas y no en otras, es un asunto de jerarquías. Temo que para el postureo siempre hay fondos, pero para las necesidades básicas que no salen en los medios de comunicación nunca hay. Y mejor no me meto en la financiación sistemática de la enseñanza privada, eso que llaman “concertada”, una anomalía que lleva así más de tres décadas y que surgió para cubrir una necesidad, la escolarización hasta los 16 años, que el Estado no podía garantizar. Insisto: más de 30 años y el Estado todavía no puede garantizar un puesto escolar público para todos. Algo falla.

Voy a ir terminando. No me gusta la LOMLOE. Creo que no mejora en nada la LOMCE, es más, introduce continuamente elementos emotivos (gestión de sentimientos, educación emocional…) y deja en el aire los conocimientos propiamente dichos. Pretende a toda costa que los alumnos promocionen, sin que los conocimientos sean importantes, lo relevante parece la estadística y maquillar el llamado fracaso escolar. En mi opinión, es una ley antiintelectualista que priva a las generaciones futuras del derecho al saber y eso es un gravísimo error que perjudicará mucho más a quienes no han sido favorecidos en la lotería socioeconómica: esos solo tienen la escuela.

Otra cuestión que no me gusta nada es la intromisión de agentes extrapedagógicos en el sistema educativo. Las competencias, que no son nuevas (llevan desde 2006 con nosotros), fueron una imposición de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo ECONÓMICO), así como las pruebas PISA. ¿Por qué hemos consentido que los agentes económicos internacionales metan sus garras en nuestro trabajo? ¿Qué os parecería que los profesores hiciéramos unas pruebas a los bancos, a ver cómo funcionan? Pues eso, que no es de nuestra competencia (nunca mejor dicho).

En los últimos años se han sumado al negocio empresas diversas: recuerdo un par de bancos, un grupo editorial, dos compañías de telecomunicaciones, una agencia de trabajo temporal, dos fabricantes de tablets y teléfonos móviles… Naturalmente, a través de fundaciones… Porque esas empresas no tienen ánimo de lucro, como todo el mundo sabe, son puro altruismo…

Por eso, sospecho de algo tan extraño, borroso e inconcreto llamado competencias (por cierto, tras mucho investigar, he encontrado que son una síntesis de conocimientos -menos mal-, capacidades y actitudes); creo que es un caballo de Troya. Veremos. Ojalá me equivoque. De momento, parece que la formación del profesorado es prioritaria en competencia digital, lo que es moderno, cool y molón. De las otras, pocas noticias. Yo supongo que, además, de manejar lo digital (que es medio) se pondrán alguna vez con los fines, con el contenido, que es lo que importa, lo útil y no solo lo utilitario. Por cierto, cuando lleguéis a la competencia de aprender a aprender me llamáis, a lo mejor aún tengo ganas de aprender a aprender a aprender.

Competencias hay varias, creo, dicen. Sin embargo, en 18 cursos en Guadalajara nunca he encontrado un curso de Filosofía (mi especialidad). Ni la Junta, ni los sindicatos. Nada. Y mira que hay cursos y cursitos, incluso de resiliencia (porque de resistencia los sindicatos saben cada vez menos y los profesores han renunciado), de mindfulness, de ukelele, de burocracias varias y de pseudopsicología (unos cuantos). Pero que alguien busque uno de Filosofía. Le invito a cenar donde quiera. Yo he hecho muchos, cada sexenio me sobraban horas, casi siempre pagando. Las Humanidades están dejadas de la mano de Dios en la formación y la Filosofía desterrada. Igual es por plastas o porque se nos supone una sabiduría infinita y para qué más...

Resumiré. Si me bajasen la ratio y el número de horas lectivas y me liberasen de la pesadísima e innecesaria burocracia, de aquí me sacaban los GEOS esposado. Soy de otra generación, un profesaurio. Me importa el conocimiento y que mis alumnos aprendan. No estoy cómodo en esta ley que llega ni lo he estado en la que se va. Ninguna es de los míos. Porque los míos son los estudiantes y mis compañeros profesores, esos expertos a los que quienes se dicen expertos ningunean, desprecian e insultan desde muy lejos de cualquier aula.

Releo lo que he escrito. Es pesimista, sí. Decía Benedetti que un optimista es un pesimista mal informado. Soy pesimista, pero también voluntarista. Creo más en la voluntad que en la motivación y he dado clase motivado y desmotivado, cansado, agotado, enfermo, entusiasmado y maravillado. No importa. Kant, lo repito, es el que me enseñó, tras mi madre, que el deber no siempre va acompañado del disfrute desbordante.

Nada más, ya me voy. Si me lo permitís, con unas palabras de ese sabio que fue Luis de Lucena: “…la medicina más poderosa en tiempo de peste es sacudir el ánimo de vanos temores: encarga no se fatigue el espíritu con lo que engendra tedio, y que antes por el contrario se recree con lecturas entretenidas, conversaciones festivas, música, baile, poesía, moderado juego, etc.".

Buenas palabras del patrón de este edificio que me ha dado cobijo. Está enterrado en Roma, en la Basílica de Santa María del Popolo. Por si alguno va de vacaciones.

Gracias a todos. No os rindáis.




Procedencia de las imágenes:

https://culturacolectiva.com/arte/como-entender-la-escuela-de-atenas-pintura-rafael/

https://elcajondelaschapas.com/2013/01/14/chapas-en-las-concentraciones-y-las/

https://www.herreracasado.com/2020/05/16/gentes/



2 comentarios:

  1. Estaba buscando por Google el blog de mi profesor de valores y por fin lo he vuelto a encontrar, la verdad que me gustaría haber nacido antes, y no haberte tenido solo en los dos últimos cursos, porque sinceramente eres uno de los pocos profesores que me has dado ganas de aprender, y indirectamente me has ayudado a reconciliarme con mi padre.
    Me gustaría que yo diera filosofía o valores, pero ahora hay alternativa a religión, y para que mentir, no se da nada, y me molesta que si no quieres elegir religión solo puedas elegir una asignatura la cual el profesor no da clase.
    También estoy de acuerdo que los profesores dais a demasiados alumnos, ya que en mi clase somos 30 personas y es imposible atender o que el profesor de clase, bueno, por último, me gustaría saber qué tal esta profe, el otro día te vi de pasada, pero tenía prisa y no pude pararme, pero gracias a verte de pasada he podido acordarme de este blog y de mi profesor de valores, un saludo Ander Picazo Piqueras, su alumno en sus dos últimos cursos

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  2. Quien busca, encuentra, ya sabes... Bueno, me ha dado mucha alegría verte por aquí, ya que no te vi el día que fui al instituto. A mí también me hubiera gustado darte clase en asignaturas con más carga horaria, es decir, con tiempo, porque en Valores era una pena, con una hora no da tiempo a nada. Ni te cuento ahora, una asignatura sin contenido!!!!!

    Me alegra lo que me dices de tu padre, pero no sé qué he tenido que ver; no obstante, bien está lo que bien acaba.

    Estoy fenomenal, la jubilación es sobre todo tiempo y yo no lo tenía, ahora leo, viajo, nado y hago esas cosas que antes no podía.

    Así que, Ander, de nuevo gracias y haz lo más revolucionario que puede hacer una persona: estudiar, aprender todo lo que puedas. Un saludo.

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