sábado, 18 de julio de 2020

Diario de un profesor peliculero (31): de los subtítulos, la obediencia y el heroísmo


Los Gatos Tambien Opinan: Ciclo Kubrick: "Senderos de Gloria"Yo soy un entusiasta del cine con subtítulos. Creo que es una cuestión de costumbre. Es verdad que a menudo, especialmente en las películas que tienen mucho diálogo, puede costar cierto trabajo. También es cierto que en muchos casos los subtítulos resumen en exceso (e incluso interpretan) lo que dicen los actores. Sin embargo, los que son contrarios al subtitulado por esta última razón no acaban de ver que en el doblaje la posibilidad de censura o recreación es aún mayor.

Algunos ejemplos chuscos. En la película Casablanca, Victor Laszlo conversa con Rick y le dice esto: “Combatió usted en Etiopía, combatió al fascismo en España…”. Sin embargo, en la versión doblada se transformó en esto: “Llevó armas a Etiopía,  luchó contra el Anschluss austriaco…”. No es exactamente lo mismo, su eventual participación en las Brigadas Internacionales desaparece por arte de birlibirloque y el régimen tan contento con una película de amores, desamores y poco más.

En España existía censura y el doblaje fue un instrumento de enorme eficacia. Permitía que las películas extranjeras que llegaban aquí fueran convenientemente adaptadas para hacerlas neutras en materia política, moral o religiosa, como mucho no demasiado beligerantes; aceptables en todo caso para el régimen nacionalcatólico de la dictadura de Franco.

Casablanca no fue una excepción. En el caso citado antes se manipuló el mensaje. En otros (por ejemplo, el del himno francés) se suprimió directamente. Hubo otros casos aún más delirantes: en Mogambo (John Ford, 1953) una pareja dormían juntos sin estar casados, así que el doblaje los convirtió en hermanos. En Espartaco (Stanley Kubrick, 1960) se suprimió por completo una escena por supuestas connotaciones homosexuales. La lista es interminable.

Por supuesto, otras películas ni llegaron a España. Por ejemplo, la magistral Senderos de Gloria (Stanley Kubrick, 1957) se estrenó en este país 30 años después. Claro que nuestros vecinos del piso de arriba, Francia, tampoco tuvieron en esto mucha fortuna: la película no se estrenó hasta 1975. Y no por cuestiones morales, sino más bien por la imagen que daba del ejército francés, en el que unos incompetentes de despacho mandan al matadero a los jóvenes franceses mientras ellos no se ensucian los zapatos. Eso sí, enarbolando grandes palabras y agitando la bandera, que eso es muy patriótico. El coronel Dax, un militar que en la vida civil, antes de la Primera Guerra Mundial, era abogado, es un hombre comprometido con la verdad, con sus hombres, con la justicia. Se les ha ordenado un ataque imposible que ha fracasado. Los generales llaman a capítulo al coronel para tomar medidas ejemplarizantes. La conversación es esta:


En este fragmento encontramos algunos temas de interés filosófico. En la mayor parte de los casos son valores. Sí, como la asignatura. En esa asignatura que algunos habéis cursado (otros habéis preferido Religión, es vuestra elección, pero en Valores no hay nada en contra de la religión y sí mucho a favor de la filosofía) se habla de valores éticos, como aquí. De eso que guía la conducta porque es estimable o digno de admiración. Vemos algunos en dicha secuencia.

La obediencia. Se dice que hay que ser obedientes. A los niños se les indica que hay que obedecer a sus padres. En la escuela, lo mismo. Y luego en el trabajo. En el mundo religioso (al menos en el católico) las distintas órdenes hacen, entre otros, voto de obediencia. En el ámbito castrense es exactamente igual: las órdenes hay que explicarlas siempre que sea posible, pero hay que obedecerlas siempre. En España tuvimos un episodio el 23 de febrero de 1981, el intento de golpe de estado que fracasó. Después fueron juzgados y condenados sus responsables, al menos aquellos que tenían cierta graduación. Sin embargo, incluso los máximos responsables pidieron que se aplicase la eximente de obediencia debida. Dicho de otra manera, cuando un superior te manda algo has de obedecer, sea lo que sea. Repasemos la historia y veremos la de atrocidades obedientes que se han cometido bajo esta excusa. Hoy, en casi todas las legislaciones se indica que la obediencia tiene límites, y estas son las leyes vigentes, el marco constitucional en el caso español. En conclusión, la obediencia es una virtud sospechosa. Naturalmente, tiene plena vigencia en muchos ámbitos y en el caso de los niños más aún: obedecer es un modo de aprender a obedecerse cuando la madurez lo permita. También es necesario en muchos momentos por pura supervivencia, aunque sepamos que el que manda no dirige, no coordina, no sabe: sólo manda, grita e intenta que se le obedezca por miedo, que no por un respeto que no merece. En no pocas ocasiones tendremos deseos de mandarlo a ese lugar maloliente, pero debemos tener prudencia, control de impulsos y cálculo de consecuencias. A veces se puede, otras no. En cualquier caso, la obediencia que se pide en la película es una obediencia injusta, ciega y acrítica. Ese valor hay que ponerlo en cuarentena.

El heroísmo. Héroe es aquel que va más allá de sus deberes. ¿Cuáles son exactamente nuestros deberes? Los legales son los que indican las leyes vigentes. Los laborales son los que están especificados en nuestro contrato de trabajo o en el convenio del sector. Los religiosos vienen indicados en los textos sagrados. Los morales son algo más complicados: necesitamos sentirlos, admitirlos en nuestra conciencia, hacerlos nuestros. Durante la pandemia se ha dicho que los sanitarios han actuado heroicamente. Y es verdad: por eso les aplaudíamos en señal de agradecimiento por su entrega. Ahora bien, ellos no querían ser héroes, sino buenos profesionales. Se ha dicho -y yo lo suscribo- que han estado a la altura, incluso mucho más. Ya lo sabíamos desde otras catástrofes como el atentado del 11 de marzo: hicieron mucho más de lo que se les pedía en su contrato. Y lo hicieron en muchas ocasiones sin medios, con protecciones caseras e insuficientes. Arriesgaron su vida y algunos la perdieron. Hay que mostrarles agradecimiento infinito porque su heroísmo fue una consecuencia de unas circunstancias extraordinarias y no previstas y puede que en muchos casos de la incompetencia de otros. En una sociedad bien organizada no hacen falta héroes, sino los mejores profesionales a los que se debe dotar de medios, respeto y reconocimiento. Incluyo al final el discurso de la enfermera Aroa López en el homenaje de Estado a las víctimas de la COVID-19.

Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria - Premiados ...Hace muchos años preguntaron a un representante de Gesto por la Paz, una asociación que luchó contra ETA entre 1985 y 2013, cómo se sentía al ser un héroe y este respondió que no querían ser héroes, sino personas corrientes, es decir, tener normalidad política en lugar de temor, poder pasear por la calle sin miedo, ser de un partido político o de otro, no estar en la diana de los pistoleros, poder sentirse español, vasco o del Señorío de Molina, sin que eso afectase a su seguridad. Muchos de aquellos héroes que no querían serlo están muertos y enterrados y a su valentía también le debemos agradecimiento porque ellos dieron la cara cuando otros callaron y se escondieron o, peor aún, colaboraron por acción u omisión.

Pero a los soldados que se quedaron en las trincheras porque no quisieron ser héroes, porque ni siquiera tuvieron la oportunidad, los quieren fusilar. Hay que suponer –dice un general- que son unos cobardes, que no tienen valor…

Valor. Aristóteles decía que la virtud está en el justo término medio entre dos extremos que yerran por exceso y por defecto. El valor es un hábito, como todas las virtudes, que se desarrolla por la práctica y que conviene que esté guiado por la razón. No me imagino al griego agitando una bandera ni pidiendo que se fusile a unos soldados por falta de valor. Se decía antes que el valor se le supone al soldado. Bueno, seguramente es mejor tener un ejército profesional, por lo tanto más caro, que un ejército de leva compuesto por soldados muy valerosos, muy patriotas, muy de bandera e himno, pero de una incompetencia absoluta. Me decía un capitán cuando allá por los ochenta hice la mili, que no ganaríamos una guerra ni a la marina de Andorra. Él, por cierto, era un excelente profesional, bien preparado, en una forma física envidiable, inteligente… y patriota. Un día me confesó que despreciaba a una parte de sus compañeros de armas, a los incompetentes y agandulados, a los que tienen un patriotismo estúpido y hueco para disimular con gritos y cánticos su incapacidad. Recuerdo sus palabras: “Yo amo a España, claro que sí, pero primero amo a mi mujer, después al resto de mi familia y luego a España”. Él daba a España lo mejor de su trabajo, su formación, sus horas corriendo, nadando y estudiando.

He pensado mucho en eso. Algunos no lucimos banderas. Tampoco las quemamos para sustituirlas por otras, que eso es otra forma hueca y agresiva de patriotismo. Pero intentamos hacer bien nuestro trabajo, ser críticos cuando, en nuestra condición de ciudadanos, no vemos algo claro. También pagamos nuestros impuestos en España, por cierto, no como esos que aman mucho a España, que se dan patrióticos golpes en el pecho, pero que se apresuran a fijar su residencia fiscal en otro lugar, porque ya se sabe que el dinero no tiene patria y que amar a tu patria está bien, pero que eso te cueste dinero ya es otra cosa, que Dios nos ha hecho hermanos pero no primos.

En la película hay unos segundos en los que se pone en cuestión el patriotismo. Son estos:


A lo mejor convendría redefinir el concepto de patriotismo, transformarlo en algo menos romántico, menos de eso de amor a la tierra, la lengua de la tierra, las esencias, las tradiciones, etc., y sustituirlo por algo más ilustrado: ciudadanía, derechos y deberes. Es menos sentimental, incluso más aburrido, aunque -yo creo- más ajustado al siglo XXI. Pero qué digo: estos tiempos van justamente por el lado opuesto: amor a lo tuyo, exclusión del diferente, muros y fronteras y protejámonos de los que vienen a cambiar los valores de nuestro país (como si los valores estuvieran esculpidos en mármol). Con este patriotismo no comulgo. No obstante, sí estoy dispuesto a ser patriota de Ramón y Cajal, de Nadal, de Nacho Duato, de Goya, de Cervantes, de Ortega y Gasset, de Clara Campoamor, de Almodóvar, de Muñoz Molina, de Margarita Salas, de los Gasol, de Aleixandre, de Buñuel, de Emilio Herrera, de Unamuno, de Gaudí…

En mi modesta opinión, estos son los españoles ejemplares. Pueden agitar la bandera o no, eso a mí me da igual. Han agitado el arte, el deporte, el conocimiento, la belleza, el ingenio, la justicia... Son ejemplo, sin duda. Aunque suene un poco cursi, han llevado el nombre de España al mundo y lo han hecho ofreciendo talento.

Senderos de gloria (Paths of glory, 1957) (*)
Sin embargo, no es el ejemplo que se pide en la película; los soldados a los que se pretende fusilar no constituyen la ejemplaridad que pide uno de los generales. Lo que quiere decir en realidad con ese eufemismo es que va a castigar a unos cuantos a modo de escarmiento, rara ejemplaridad no ejemplarizante: se fusila a uno de cada compañía porque el temor es una fuerza poderosa y así, en la siguiente batalla, los soldados deberán elegir entre la posible muerte en el campo de batalla (gloriosa y heroica) o la muerte segura en un pelotón de fusilamiento sin gloria y con deshonor. Menos mal que el coronel Dax pone las cosas en su sitio cuando pide que le fusilen a él, qué mejor que el oficial al mando, el responsable, el que debe ser ejemplo para sus soldados. Pero no, como veremos enseguida, eso significaría destapar lo que no conviene ser destapado: un general ha dado orden de disparar sobre sus propios hombres, una insensatez criminal que será obviada trasladando al capitán que le pidió la orden por escrito, el molesto testigo de esa injusticia que acabará convertida en posverdad, enterrada bajo un castigo ejemplar e injusto en el que el coronel Dax será partícipe necesario, luchador por la justicia en una parodia de juicio en la que todo está decidido antes de comenzar. Oponerse a la farsa, ya se lo habían advertido, es deslealtad hacia sus superiores. Y la lealtad aquí hay que entenderla como obediencia ciega y acrítica.

Sólo él representa el humanismo compasivo. Y, sin decir nada más, conviene contemplar la última escena de la película para saber que esos a los que se manda a morir (heroicamente, con lealtad, obedientemente…) son personas corrientes, humildes, con familias que les esperan y a las que esperan volver a ver.


                            
Final de Senderos de gloria:

Reseña de la película Senderos de gloria publicada en 1986:

Sobre la censura en las versiones dobladas:
Escena censurada de Espartaco:

Discurso de Aroa López, enfermera, en el homenaje de Estado a las víctimas del COVID-19:



Procedencia de las imágenes: 
http://losgatostambienopinan.blogspot.com/2008/11/especial-kubrick-senderos-de-gloria.html
https://www.fpa.es/es/premios-princesa-de-asturias/premiados/1993-coordinadora-gesto-por-la-paz-de-euskal-herria.html?especifica=0
https://www.encadenados.org/rdc/rashomon/148-rashomon-n-100-stanley-kubrick/5379-senderos-de-gloria-paths-of-glory-1957


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