Un dilema es una situación (real o
inventada) que puede ser ilustrativa de una situación real. Tienen por lo tanto
valor metafórico. Puede que no nos encontremos nunca en las situaciones que
describen los siguientes enlaces, pero, desde luego, en nuestra vida llegarán
algunos dilemas a los que habremos de
enfrentarnos.
Algunos no tienen ninguna
importancia. “¿Qué me pongo?”, nos preguntamos muchas mañanas antes de salir de
casa. Puede deducirse de esta pregunta que somos personas inseguras,
efectivamente, pero también que dudamos entre una prenda y otra porque podemos
juzgarlas inadecuadas, porque tememos el rechazo de los demás, etc. En casos
como este, basta la costumbre o un simple y adecuado razonamiento para cada ocasión.
Tampoco tiene mayor importancia lo
que comemos, siempre y cuando sea saludable. Sin embargo, aquí ya encontramos
elementos de más sustancia.
El vegetariano no come carne ni
pescado. Algunos tampoco ingieren ni usan derivados animales. No hablamos de
aquellos a quienes no gusta el sabor de la carne o el pescado, sino de los que
no la comen por principios morales. No es sencillo tomar una decisión que
implica algo tan importante como qué comer y qué no, pues nos enfrentamos a
costumbres muy extendidas y muy arraigadas, cuando no a prejuicios fruto del
desconocimiento (ya se sabe que nada es más atrevido que la ignorancia).
Otra variante alimenticia. Algunas
religiones tienen alimentos prohibidos. ¿Bajo qué circunstancias puede obviarse
esta prohibición? ¿O es una prohibición absoluta? Y si decidimos que esa
prohibición carece de sentido, pero pertenecemos a una comunidad que la
practica, ¿qué hacemos?
Una ilustración de esto la veríamos
en la película, que refleja un hecho real, Viven.
Allí, un grupo de personas, supervivientes de un accidente de avión, se ve en
el dilema comer carne huma o fallecer por inanición (ellos lo llamaron “disponer”,
el lenguaje es importante). ¿Qué hicieron? ¿Quebrantaron el tabú del
canibalismo o prefirieron morir? Se ofrecen dos enlaces, uno al tráiler de la
película y otro un documental sobre el tema:
Es mejor que el dilema gastronómico
sea si croquetas o canelones, si cocido,
cuscús o paella. En realidad, en este caso hablamos de gustos (a no ser que
incluyamos la prohibición del cerdo o el marisco, en ese caso ya no sólo es
cuestión de gustos).
Algo más compleja es la decisión a la que os enfrentáis ahora: ¿Bachillerato,
Ciclos formativos, a trabajar o a ser un nini
sin fecha de caducidad? De la decisión depende el futuro. Y dentro de poco,
seguirán las decisiones. Imaginemos que optáis por Bachillerato: ¿qué
modalidad? Y, una vez terminado, ¿qué estudios universitarios? Ninguna de estas
decisiones es baladí. ¿Lo que me gusta o aquello que tiene salida profesional
(no siempre se puede elegir ambos)? A veces, una opción significa dejar en otra
clase a los amigos, dejar en otra ciudad a la familia, tener que trabajar duro
para pagar los estudios. Bien, está la otra alternativa del dilema: voy donde
van mis amigos aunque no me interesa, estudio lo que no quiero por no alejarme
de mi familia, no estudio porque vamos muy justos de dinero y prefiero un móvil
nuevo de gama alta y vacaciones en la playa…
Tomemos otro dilema, seguimos
avanzando en dificultad: soy un obrero de una empresa amenazada por el cierre.
El comité de empresa nos convoca a la huelga. Si la hago, tal vez consigamos
algo. Si no la hago, esos días cobraré el dinero, aunque finalmente me
despedirán y mis compañeros me odiarán por esquirol. Sí, pero mi familia tiene
que hacer frente a pagos y no puedo perder un día de sueldo (las huelgas no son
gratis, por si hay algún ingenuo en la sala). No es nada fácil. Por eso son
dilemas. Si fuera sencillo, el dilema no existiría.
En el caso de los dilemas siempre apelamos a
los principios. Principios morales. Como su propio nombre indica, son morales, es decir, se refieren a lo
bueno y lo malo, lo que se debe hacer o lo que está prohibido. Y son principios porque están en el inicio de
la acción, son lo que la sostiene, sus ejes, los valores de cada persona o de
cada cultura.
Estos principios suelen estar bien
anclados en la conciencia, pero a menudo descubrimos a lo largo de nuestra vida
que lo que creíamos principios firmemente asentados en realidad no están tan
enraizados como creíamos. Basta llegar a una situación límite, algo nuevo que
nos sacuda la cotidianidad, para ver cuáles son realmente nuestros principios, cómo somos y cómo vamos a actuar.
Una enfermedad grave, la muerte de un ser querido, un despido, un desengaño
amoroso, la situación vivida con la pandemia…
No siempre es fácil, por eso hay
dilemas morales, porque en ocasiones tenemos que elegir entre dos elementos
buenos o dos malos y hay que dilucidar cuál es mejor o cuál es menos malo.
Además, entran en juego las emociones, ese conjunto de motivos no siempre racionales -a veces incluso irracionales- que
tienen una gran fuerza a la hora de decidir y de regular las decisiones. Es
más, a veces el dilema se produce porque entran en conflicto la razón con las
emociones o porque se producen chantajes emocionales. Que nadie olvide:
“emoción” proviene del latín, del verbo emovere,
que significa: mover, desalojar, agitar, sacudir, sacar del estado habitual; el
DRAE la define como “alteración del
ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta
conmoción somática”.
En los enlaces propuestos a continuación se ofrece
información y ampliación acerca de lo que son los dilemas morales y algunos de
los más conocidos.
La tarea que se
sugiere es esta: elegir uno de los dilemas (puede ser de los ofrecidos en los
enlaces o bien inventado) y explicar por qué es un dilema, es decir, que
valores o principios morales entran en conflicto. Desarrollar un curso de
acción, es decir, decir qué se haría en ese caso y discutir con argumentos la
posición rechazada huyendo de las emociones más viscerales y primarias, que
también se pueden analizar.
Este ejercicio está diseñado para los alumnos que están aprobados, y dado que tendríamos dos o
tres clases presenciales antes de la evaluación final en situación normal, no
puede extenderse mucho en el tiempo. No obstante, puede enviarse al profesor
hasta el día 23 de junio, con el fin
de que pueda leer con calma lo escrito y responder también por escrito a cada
uno de los estudiantes que lo remitan antes de que acabe el mes. No tendrá
repercusión alguna en la nota.
Este profesor quiere hacer una petición a sus alumnos: dado
que no cuenta para nota -ya están puestas- voy a ser muy sincero y directo: no enviéis nada que no esté meditado,
razonado, bien explicado y desarrollado. Y no mandéis nada pirateado de internet. En
muchos está tan arraigada la costumbre del corta y pega que son incapaces de
hacer algo original. Por supuesto que puede consultarse internet (y libros y
periódicos), pero todo lo que no es propio debe estar referenciado y, si es
literal, citado entre comillas.
Procedencia de la imagen:
https://www.periodicodigitalgratis.com/14053/los-dilemas-morales-con133750
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