domingo, 16 de agosto de 2020

Diario de un profesor peliculero (50): de las hormigas platónicas y el pueblo


Antz | DreamWorks Wiki | FandomAntz. La película de animación que más me gusta es Antz, sin la menor duda. Esta vez ya no es un producto de Pixar, sino de la competencia, DreamWorks, con Steven Spielberg detrás. En España también se la nombra a veces como Hormigaz, siempre jugando con la z, esa letra final que es el nombre del protagonista.

Todos los años la pongo a los alumnos de Valores éticos de 1º y/o 2º de la ESO. Con gran éxito, por cierto. Y después trabajamos con una parte del cuestionario cuya referencia enlazo al final (y con permiso de su autor). La película cuenta la historia de una hormiga, Z, individualista en una sociedad perfectamente ensamblada, en la que cada uno hace su deber sin plantearse si es lo que le hace feliz. Pero conoce en un bar a alguien que le habla de un lugar mejor en el exterior del hormiguero, “Insectopía”, la utopía de los insectos, tras lo cual se enamora de la princesa Bala, que había ido de incógnito a bailar. Después se ve envuelto en una guerra (“preventiva”) contra las termitas, en la que se convierte en héroe por puro azar. Z es finalmente alguien que piensa por sí mismo, cada vez más peligroso para la comunidad. Pensar es preguntarse por qué.

En la versión original, los distintos personajes están doblados por grandes actores. Por ejemplo, Z es Woody Allen, pero también escuchamos las voces de Sharon Stone, Sylvester Stallone,  Jennifer López, etc. Lo malo es que en clase es casi imposible poner una película con subtítulos: la costumbre es demasiado poderosa, incluso en los grupos bilingües. Tampoco conocen a esos actores que ponen las voces originales. Y, la verdad, el doblaje al castellano es excelente. Debo decirlo porque parece que los que preferimos los subtítulos es porque despreciamos el trabajo de los dobladores que, en general, merece altísima nota. 

Los estudiantes creen que van a ver una película de dibujos animados. Error parcial: no es exactamente lo que se entiende por una película para niños, muchas películas de animación no son para los más pequeños. Es más, cuando la vemos en clase tengo la impresión de que están rozando la superficie. De hecho, hemos trabajado con ella en alguna ocasión en 4º y el aprovechamiento es infinitamente mayor. Antz  tiene una lectura simplona: aventura de un personaje débil de extracción humilde que consigue sobreponerse a su destino y que finalmente se casa con la chica, una princesa nada menos. Este argumento vale para buena parte de las películas tontorronas que hemos visto tantas veces. Pero no, Antz habla de mucho más. En primer lugar, su título. Z parece una hormiga más, sólo una letra, la última del alfabeto. Nos la muestran como un individuo cualquiera en una colectividad en la que cada uno hace su trabajo, se divierte según lo previsto y no tiene aspiraciones ni pensamientos propios. Pero Z no es así, no encaja en esa supuesta utopía social en la que todo funciona, pero sólo aparentemente: funciona la maquinaria, pero los individuos no son ni libres ni felices. Y éste es el tema de la película: al igual que en los libros de Orwell (1984, Rebelión en la granja) y de Huxley (Un mundo feliz), la sociedad se impone por encima de las personas/hormigas, que son aplastadas por el peso de lo colectivo, anuladas como individuos. La libertad no existe, no es necesaria. Sin embargo, los seres humanos (las hormigas) no pueden dejar de pensar ni renuncian a una aspiración eterna: la libertad, el deseo de que les dejen planear su vida a su gusto, el deseo de ser felices a su modo. Ésa es la verdadera utopía, a la que en la película se llama “Insectopía”, y que resulta menos maravillosa cuando se la ve de cerca. A menudo las utopías enmascaran las distopías más terribles.

UN MUNDO FELIZ - NOVELA.: HUXLEY ALDOUSUna utopía es un diseño social tan maravilloso como irrealizable. El concepto remite al libro de Tomás Moro, Utopía, y entre sus lejanísimos padres encontramos nada menos que a Platón, autor del primer texto en el que se plantea una organización social perfecta. Hablamos, claro, de la República, cuidadoso diseño de una sociedad perfecta en la que cada individuo cumple una función según su tipo de alma: los que tienen el alma de bronce se dedicarán a las tareas de producción; aquellos cuya alma sea de plata serán los encargados de la seguridad de la sociedad; por último, los de alma de oro tendrán como misión el gobierno de la ciudad. ¿No es eso lo que se nos cuenta en Antz?, ¿no estamos hablando de hormigas platónicas?

Hay alguna diferencia, desde luego. Platón no eran un determinista puro en este sentido. De hombres con alma de oro pueden salir hijos con alma de plata o bronce y al revés. Será la educación la que descubra, a partir de ciertas predisposiciones anímicas (talento y actitudes lo llamaríamos hoy) quiénes pueden seguir ascendiendo en la escala social y habrá que invertir los recursos para sacar de ellos lo mejor. En Antz, sin embargo, todo está determinado desde el principio, como en la novela de Huxley; ni siquiera la escuela como ascensor social se contempla. Pero, al igual que en Un mundo feliz, ese personaje desclasado se hace preguntas incómodas y quiere tener otras perspectivas que no se corresponden a su lugar en la sociedad. No sé si Platón estaría muy de acuerdo con esto. Creo que todos tenemos con este filósofo una relación de amor-odio. Por un lado, parece apostar por la movilidad social, por las posibilidades de que asciendan los mejores sin importar su cuna: es indudable lo que dice al comienzo del libro VII de la República -y no solo ahí-, cuando narra la alegoría de la caverna que es, entre otras cosas, una explicación de su proyecto pedagógico para discriminar a los mejores y darles una formación que conducirá al gobierno. Nadie parece tener nada que objetar al respecto: educación y gobierno de los mejores. Pero en Platón también está el germen de todos los totalitarismos que han buscado apoyo teórico en él. Su propuesta es aristocrática, no democrática, nada de que cualquiera pueda votar y mucho menos gobernar, lo que conduce de facto, a una sociedad clasista, estratificada y desigual.

Libros de filosofía librería La República Platón libro filosofíaTambién esto lo vemos en Antz. Z es un obrero, un productor, un alma de bronce. Sin embargo, algo ha ido mal, Z es un productor friki, parece tener bastante más inteligencia que su amigo el soldado, lo que pondría los pelos como escarpias a Platón. Es más, Z no cesa de hacerse preguntas en una actitud claramente filosófica. Será que alguien se ha equivocado en la asignación de los recién nacidos porque en el diseño platónico debería ser adscrito al grupo de los de alma de oro por su perspicacia, por su continua petición de explicaciones (logos) y por su pretensión de un gobierno de la ciudad (hormiguero) más racional. Algo ha fallado, sin duda, Platón se está revolviendo en su tumba.

Y como se entere de quiénes son los que gobiernan le vuelve a dar el ataque: la reina no se entera de nada de lo que ocurre a su alrededor, gobierna envuelta en una burbuja sin que lo que ocurre le llegue más que a través de los informes dulcificados de aquellos que quieren que todo parezca de color de rosa. Le haría falta aquel esclavo que tenía Julio César, cuya misión era susurrar al emperador aquello de “recuerda que eres mortal” (memento mori). Me temo que la reina no está para esos baños de realidad: mejor que se adultere la realidad, no vaya a ser que le ocurra lo que al filósofo Séneca, cuya función era aconsejar verazmente al emperador, y que por ello fue forzado al suicidio antes de que Nerón ordenase su detención, su condena a muerte y que le fueran requisadas todas las propiedades que no podrían heredar sus parientes. No parece que la reina hormiga tenga esa maldad, de hecho, cuando las cosas se ponen feas, intenta liderar a su pueblo, pero quien le saca las castañas del fuego es precisamente ese pueblo del que todo lo ignora.

A su alrededor pululan otra serie de personajes. Está su hija, la princesa Bala, cuyo destino está sellado desde el principio por su posición y su nacimiento. Otra endiosada a la que le haría falta un esclavo que le dijera esto: “Recuerda, Bala, que eres mortal”. Lo encuentra a veces en Z, cuya procedencia popular la atrae y repele a la vez. Su escapada al bar es más una canita al aire que una exploración de las condiciones en las que vive el pueblo llano. Su actitud sigue siendo arrogante, distante, enormemente clasista y despótica. La realidad va poniéndola en su sitio y su relación con Z la transforma en una princesa del pueblo. Casi casi en una princesa constitucional.

Los militares que rodean a la familia real tienen también interés filosófico. En primer lugar, el general Mandible, prometido con la princesa y cuyo único interés es tomar el poder y hacer uso de él, por los medios que sea. Es un émulo chusco del Príncipe de Maquiavelo, aunque bastante menos inteligente que lo que quería el autor florentino. Es manipulador, intrigante, desprecia al pueblo y lo utiliza solo para sus fines, claro. Como tantos; de hecho, conviene repasar la historia de los tiranos: todos hablan en nombre del pueblo, dicen representar al pueblo, buscar un régimen del pueblo, etc. Hay un abuso de esta palabra en la historia política. Yo, desde luego, desconfío de todo aquel que dice actuar en nombre del pueblo y me siento muy poco pueblo cuando les oigo hablar en mi nombre y en el de la gente tan plebeya como yo; es más, me espanta esa esencia terminada, cargada de símbolos y en la que se habla poco de ciudadanía, de derechos y deberes. Miedo me dan todos los Mandible que en la Historia han sido.

A veces surge la figura de un coronel Cutter. En principio es el brazo ejecutor del general y representa más la fuerza que la inteligencia. Pero también en él hay una transformación, una transmisión de fidelidades. Por un lado se debe al general, su superior jerárquico, pero por otro lado es un militar al servicio de la sociedad, del pueblo. En los últimos minutos comprende que el pueblo está por delante de las órdenes y que, en consecuencia, actuar contra la gente corriente  es actuar contra el pueblo que se dice representar. Ya lo comentamos en otra entrada: el concepto “pueblo” es borroso y es muy sencillo que los de siempre se apropien del concepto (además del himno, bandera, historia, costumbres…) de modo que cuando dicen hablar en nombre del pueblo, en realidad hablan de una fracción de esa gente, los buenos, los suyos, los que comparten su visión de las cosas. El resto, por muy mayoritario que sea, puede irse preparando para lo peor, en una sociedad en la que gobiernen estos fundamentalistas solo queda la cárcel, el exilio o el paredón. Muy popular…

Evidentemente, en la actualidad, los militares, así como las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, tienen la función de vigilar el cumplimiento de las leyes del país del que son funcionarios; es decir, son la garantía de la seguridad para que los demás podamos gozar de las libertades. Sí, ya sé, no siempre. No se me escapa que los sucesivos gobiernos de cualquier lado intentan utilizarlos en su provecho. Por eso hay que procurar que protejan al pueblo, al genuino pueblo, a esa colectividad heterogénea, y no al pueblo que ellos dicen representar, reducido y cerrado sobre sí mismo. De hecho, la obediencia al superior en estos colectivos está limitada a aquello que es su función y que no va en contra de la Constitución y las leyes vigentes. No existe en la mayor parte de las democracias la obediencia debida sin limitaciones.

Capitanes de abril (2000) - Filmaffinity
A mí este coronel que se pone del lado del pueblo me recuerda muchísimo a lo que ocurrió en Portugal el 25 de abril de 1974, fecha en la que un grupo de militares dio un golpe de estado, sacó a la calle los tanques y las tropas y forzó un cambio de régimen que terminaría con la dictadura para traer a Portugal la democracia. Eso ha ocurrido muy pocas veces: los golpes de estado suelen darse para acabar con las democracias y no para imponerlas. Pero en nuestro vecino Portugal, con el régimen franquista tambaleándose, fue posible, lo hicieron unos capitanes y se conoce con el nombre de la Revolución de los Claveles. Hay una película al respecto: aunque no muy buena, tiene interés, Capitanes de abril (Maria de Medeiros, 2000). También están ambientadas en esa coyuntura Sostiene Pereira (Roberto Faenza, 1996) y Tren de noche a Lisboa (Bille August, 2013). La banda sonora de la revolución, todo un símbolo en Portugal, asimilable a “Bella ciao” en Italia, es la canción “Grandola vila morena”, cuya emisión por una emisora de radio en la madrugada del 25 de abril era la señal del comienzo de la revolución. En Antz, por cierto, también hay algunas referencias musicales; entre otras “Give peace a chance”, de John Lennon, otro himno pacifista.


“Grandola vila morena”:

“Give peace a chance”:

Cuestionario sobre la película:
  
Más información sobre la película:




Procedencia de las imágenes:
https://dreamworks.fandom.com/es/wiki/Antz
https://www.iberlibro.com/servlet/BookDetailsPL?bi=15112657650&cm_mmc=ggl-_-ES_Shopp_RareStandard-_-product_id=bi%3A%2015112657650-_-keyword=&gclid=Cj0KCQjwsuP5BRCoARIsAPtX_wG4s9k3JQBw0i5AONhbje8YMFIYgVc4CZoZAFUke9997-AbY7HbNm0aArqSEALw_wcB
https://rampoines.com/filosofia/10939-la-republica-platon.html
https://www.filmaffinity.com/es/film884620.html

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