Por favor, ruego una lectura lenta de lo que acabo de escribir, no vaya a ser que alguien interprete que estoy a favor de una sanidad de mínimos y que cada cual apechugue con lo que le toca y pague el coste de todo aquello que le va acometiendo a lo largo de una vida, por fortuna por encima de los 80 años en nuestro país. En absoluto digo esto. Hay países tenidos por ricos en los que se deja morir a una parte de la población por falta de una seguridad social similar a la que aquí tenemos; otros se endeudan de por vida para poder pagar los costes de la enfermedad que padecen. No me parece este un modelo a imitar. La racionalidad económica no debería estar reñida con una equidad en el cuidado que debe alcanzar a todos, pero especialmente a aquellos que no se pueden permitir pagar por ser cuidados porque bastante tienen con conseguir comer un par de veces al día y tener un techo sobre sus cabezas.
En relación con esto, suelo poner a mis alumnos una película que ya he comentado, Up. Refresco la memoria: el matrimonio es razonablemente feliz y tienen en proyecto acudir a ver las Cataratas Paraíso en cuanto ahorren lo suficiente. Pero diversos avatares hacen que rompan la hucha cuando necesitan el dinero. Me detengo con los estudiantes en esto y les pregunto si a ellos les ocurre lo mismo, si sus padres rompen la hucha cuando deben ir al hospital. Claro que no, me responden, eso es gratis. Y aquí es donde incido: gratis para los ciudadanos no quiere decir que no cueste dinero. La sanidad es muy cara, pero la falta de una sanidad universal es injustísima y promueve no solo la desigualdad sino que la esperanza de vida se vea mermada según el nivel adquisitivo de las personas. Así que de este modo conseguimos pensar que ciertos servicios públicos es conveniente que estén al alcance de todos y que no sea necesario arruinarse cada vez que la desdicha nos golpea, lo que ocurre varias veces a lo largo de la vida.
Francia, el país en el que sucede la acción de Intocable, posee una sanidad similar a la española. También allí tienen dificultades económicas. Por cierto, también allí (y en Italia, Reino Unido, Alemania…) sus sanitarios han recibido reconocimiento por su labor heroica. También allí han vuelto al raquitismo que tenían antes de la pandemia, especialmente en atención primaria. En todos estos países hemos constatado que nuestro sistema de protección social tiene algunos socavones que hemos rellenado con cartón. Y ahora aparecen con toda crueldad las carencias. Para muchos, todo les es debido y esto no es posible. Pero al menos hay que procurar que la ciudadanía posea un mínimo de justicia, unos mínimos de sanidad, unos mínimos de educación, unos mínimos de protección. No se trata de que digamos que se tienen, sino de que se tengan. Creo que la diferencia entre decir y ser no es precisamente baladí.
Philippe es el millonario tetrapléjico y Driss es un inmigrante con antecedentes que vive en el extrarradio parisino, una zona sin turistas que desmiente el apelativo de Ciudad Luz con el que se conoce a París. Allí malvive Driss con su madre, aparece y desaparece del hogar en el que se aprietan algunos hermanos más jóvenes. No es precisamente el palacete del centro en el que vive Philippe. Éste hace una convocatoria para elegir a alguien que le cuide. Recomiendo mucho estos primeros minutos. Desfilan ante él y la mujer que le asiste diversos aspirantes: todos lucen un currículum académico intachable, un humanismo sin fisuras y una vocación de servicio intachable. Y luego está Driss, que acude únicamente para que le firmen el papel que el servicio de empleo francés le ha dado. No tiene intención ni esperanza de que le den el trabajo, se sabe ajeno a ese mundo de blancos, franceses y adinerados. Es brusco y despectivo en su trato. Le vemos incluso hurtar un objeto de decoración. Philippe tampoco es que sea muy cortés con él. Reproduzco la conversación:
Philippe: Diga, ¿cómo lleva lo de ser un mantenido? (…) ¿No le molesta vivir a costa de los demás? ¿No tiene el más ligero problema de conciencia?
Driss: Yo no. ¿Y usted?
Philippe: Diga, ¿se consideraría capaz de trabajar, tener obligaciones, horarios, responsabilidades…? (…) Podría contratarle un mes a prueba.
Driss acepta. Y ahí empieza lo bueno.
Vemos en esta conversación entre empleado y empleador algunos temas que dan mucho de sí en clase y fuera de clase. Philippe le afea haberse adaptado a un sistema de protección social que le ofrece ayuda pero que no le da una vida lo suficientemente digna. Le afea que no quiere salir de ahí, incluso que está viviendo a costa del erario francés. ¿A que esto nos suena mucho en España? Hay un discurso xenófobo y racista que repite el mantra de que los extranjeros vienen a quitarnos el trabajo, a vivir de subvenciones, incluso a que les den más que a los españoles. Lo malo es que en un contexto de escasez, los marginados por el sistema compran ese discurso sin reflexión y culpan a otros, aún más marginados, de su situación. En Francia hay partidos políticos que capitalizan este descontento y que señalan no a los culpables, sino a los que ellos dicen que son culpables, el mismo chivo expiatorio del que hablaba en la entrada anterior.
Driss tampoco parece muy dispuesto ni muy esperanzado a otra cosa: Francia le ofrece poco, pero poco es mejor que nada y el resto de sus necesidades vitales se completarán viviendo en los márgenes de la legalidad y de la sociedad. Cuando se siente verbalmente agredido por Philippe tira de argumento tu quoque: “Yo no, ¿y usted?”. ¿Debería tener el rico problemas de conciencia por serlo?, ¿puede alguien enriquecerse sin pisotear derechos de otros?, ¿o más bien el rico es el que proporciona trabajo a los pobres y estos, en consecuencia, deben estarle agradecidos? También aquí sabemos de eso, en todas partes. Leí que una sociedad se crispa no cuando hay ricos, sino cuando hay pobres, cuando la miseria avanza, cuando la distancia entre los que tienen todo y los que no tienen casi nada es demasiado grande. Es decir, la desigualdad ha existido siempre y en todos lados, pero la desigualdad extrema y a costa del trabajo y hasta la vida de algunos produce una sociedad profundamente injusta y potencialmente convulsa.
Intocable es cine social, sin duda. Un género fuerte que suele cosechar premios y reconocimiento. Pero en esta ocasión se muestra envuelto en el ropaje de la comedia, un género dificilísimo, pero que nos hace pensar con la sonrisa en la boca. Una sonrisa que a veces se congela y otras suministra una bola de angustia que se desplaza hacia abajo. Habla de temas muy importantes, de la sociedad y de la injusticia. Los directores renuncian a exhibir una denuncia sobre la desigualdad de tintes panfletarios y ofrecen una comedia a veces brusca pero que funciona. Nos reímos aunque sabemos que lo hacemos porque reconocemos esa desigualdad, nos reconocemos en ella como sociedad abierta pero no demasiado abierta, generosa pero con límites, antirracista pero con menos posibilidades para los de otras razas… Un sí pero no.
Philippe es prisionero de su clase social. Ese dinero con el que compra servicios y fidelidades no es suficiente. Por eso Driss se convierte en mucho más que un asistente. Hay una conversación con su hermano en la que este le advierte de que Driss tiene antecedentes penales y vive en los barrios marginales. Esta es la conversación:
Hermano: ¿Quién es ese tipo? Nos tienes muy preocupados. Ivonne nos ha dicho que es un inconsciente y violento, le pegó a un vecino. (…) Hay que tener cuidado, no debes dejar entrar en tu casa a cualquiera. (…) No estoy seguro de que sepas de verdad con quién estás tratando. (…) Tiene una buena colección de antecedentes. Acaba de cumplir seis meses por atracar a mano armada una joyería. (…) Ten cuidado, esos chicos del extrarradio no tienen piedad.
Philippe: Eso es exactamente lo que quiero: ninguna piedad.
Es decir, Philippe agradece que no le traten
con paternalismo, como a un inferior o como a un desvalido, sino como a un
igual. Lo que al principio le molestaba acaba siendo lo que le gusta: Driss se
ríe de sus devaneos literarios metafísicos, de ese supuesto arte moderno vacío
y carísimo; comparten los cigarrillos y las conversaciones de madrugada… Driss
no es otro, no es la peligrosa alteridad del que vive enfrente y se enfrenta,
sino otro como yo.
Para terminar, estoy repasando algunas de las críticas que se hicieron en su momento a la película en la página de Filmaffinity (1) y veo que son muy desiguales. Javier Ocaña dice esto: "Tratamiento superficial; buen ritmo, (...) simpatía un tanto forzada, (...) drama no demasiado punzante”. Peor aún es la crítica de Sergi Sánchez: "Una película para público de multisalas, ávido de mensajes edificantes”. Mejores son los calificativos de Oti Rodríguez Marchante: "Magnífica, hilarante, humanista, inteligente y fresca sin tener que apartarse un gran trecho del tópico". También estos de Salvador Llopart: "Gracias a un brillante guión, Intocable tiene la habilidad de convertir asuntos cargados de tensión –marginalidad de arrabal, el color de la piel, la pobreza– en entretenimiento despojado de mala conciencia”. Carlos Marañón dice de ella que “tiene un toque asumible de cine social”. Creo que la que más ajustada a lo que sentí cuando la vi por primera vez es la de Desirée de Fez: "Las claves de la eficacia de Intocable son una huida de la compasión, una escritura cuidadosa de los personajes y un uso extraordinario del humor”.
Y un último apunte. Hace unos meses me encontré a un alumno que tuve en clase hace unos ocho o diez años. Estaba en un aula muy difícil, de esas en la que cada clase es un desafío y un desgaste emocional y físico importantes. Les puse esta película y trabajamos con ella. Me dijo que la recordaba muy a menudo y que aprendió que hay que tener empatía con los demás, ponerse en su lugar, que todos somos iguales. Y yo me fui a casa contento por lo que conseguí, al menos en un estudiante, hace ocho o diez años.
(1) https://www.filmaffinity.com/es/film217719.html
Algún análisis sobre la película:
https://www.espinof.com/criticas/intocable-radiante-optimismo
https://lamenteesmaravillosa.com/intocable-desdramatizando-las-limitaciones/
http://educacionysolidaridad.blogspot.com/2013/03/cine-educativo-intocable.html
Fragmento de su banda sonora (Ludovico
Einaudi):
https://www.youtube.com/watch?v=nWcWgBCPj1c&list=RDnWcWgBCPj1c&index=1
Procedencia de la imagen:
https://www.amazon.es/Intocable-DVD-Fran%C3%A7oise-Cluzet/dp/B008TCUCUY
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