Se abreviaron los años de estudio, se relajó la disciplina, se dejó de lado la historia, la filosofía y el lenguaje. Las letras y la gramática fueron abandonadas, poco a poco, poco a poco, hasta que se las olvidó por completo. La vida es lo inmediato, sólo el trabajo importa. Divertirse, sí, pero después del trabajo. ¿Por qué aprender algo salvo apretar botones, insertar llaves, ajustar tornillos y tuercas? (...)
Si no quieres que un hombre sea políticamente desgraciado, no lo preocupes mostrándole dos aspectos de una misma cuestión. (...) Que la gente intervenga en concursos donde haya que recordar las letras de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de los Estados, o cuánto maíz cosechó Iowa el año último. Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse. Y serán felices, pues los hechos de esa especie no cambian. No les des materias resbaladizas, como filosofía o psicología, que engendran hombres melancólicos.
Ray Bradbury: Fahrenheit 451
https://www.diegomarin.com/fahrenheit-451-edicio-en-catala-9788475888262.html
¡Qué actual es el texto! (por desgracia)
ResponderEliminarPues, sí, por desgracia no envejece. Qué pena.
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