Una de las mañanas de esta semana fui con el instituto a ver la obra Nada, en versión de la compañía Ultramarinos de Lucas, a partir del texto de Janne Teller. Me conmovió, y eso por varias razones. En primer lugar por la interpretación (estupendos actores que no conocía). En segundo lugar, por el tema y su desarrollo.
Camino de casa iba pensando que la obra es muy kantiana, sobre todo en dos sentidos, cuando el filósofo alemán dice que el hombre tiene dignidad y no precio y cuando dice que hay que tratar al ser humano como fin en sí mismo y nunca como medio.
Es, desde luego, una obra muy filosófica: el nihilismo frente al sentido. Los nihilistas (nadie lo es totalmente, sólo quedaría el suicidio) niegan el sentido o significado a la vida. Es como el mito de Sísifo, en que se ilustra a un ser humano que, tras empujar la roca a la cima de la montaña, ésta cae de nuevo, y así la eternidad. Nada tiene sentido y, sin embargo, se lo damos. La vida es un asco…, pero es también irresistible.
La obra está, desde luego, en la línea existencialista: si algo no tiene sentido, entonces habrá que dárselo, apostar por ello, crear. Este es el desafío de los jóvenes. Pero el desarrollo de la obra es sobrecogedor: comenzamos con cosas, objetos más o menos importantes. Después damos un salto cualitativo (las muletas). Poco tiempo después, las mascotas y con ello llega la presencia de la muerte de un ser vivo. Por último, la casi insoportable escena de la pérdida de la inocencia: hemos entrado en un punto de no retorno, el ser humano.
En este tránsito nos hacemos preguntas: ¿es todo equivalente o hay grados?, ¿hay terrenos en los que no podemos entrar? Creo que la apuesta de la obra no es por un nihilismo de la equivalencia, sino que plantea los riesgos del relativismo moral, su absurdo. El nihilismo se enfrenta a sus consecuencias y se destruye a sí mismo.
El final es interesante, pero algo menos para mí, aunque plantea la cuestión de la mercantilización de la creación artística y la diferencia entre valor y precio.
Por cierto, y para terminar, me sorprende la continua referencia al “significado”. Yo diría “sentido”. Y, aún mejor, “valor”. Porque de eso se trata, de decidir la jerarquía de valores y de saber si hay alguna razón compartible en la cuestión de los valores, algo que elimine esta equivalencia relativista: si todo vale lo mismo, entonces no vale nada, no hay criterio.
En definitiva, una obra excelente que me está permitiendo unos minutos de reflexión con mis estudiantes de Valores y Filosofía. Casi todos me han dicho que les encantó. A mí también.
Prodedencia de las imágenes:
http://agendacultural.castillalamancha.es/nada-ultramarinos-de-lucas
http://meencontrarasdetrasdeunlibro.blogspot.com.es/2013/12/resena-nada-janne-teller.html
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